A nivel de cultura y conocimiento no ha existido método más eficaz para transmitir ideas que el oral. La lengua constituye una de las fuentes más emblemáticas para entender a un pueblo y, con este, a sus tradiciones, su visión del mundo, su historia (y por lo tanto la historia del mundo), su comprensión de la vida, los animales, las plantas y el pasado.
La enorme cantidad de pueblos y etnias que existe, o existido, han dejado rastro de sus lenguas. Hoy en día, con el crecimiento poblacional, el desarrollo tecnológico y la globalización, muchas de esas lenguas han desaparecido, y muchas otras lo seguirán haciendo.
Según la Unesco, actualmente existen 7 mil lenguas en todo el mundo. Esto incluye a todas las poblaciones indígenas y aborígenes repartidas en cada región del planeta. La cifra, pese a ser amplia, pasa a ser desalentadora, debido a que se estima que la mitad de ellas se extinguirán al final de este siglo.
Catorce todos los días
Así como la Unesco lleva un registro de los idiomas hablados en la actualidad, también contabiliza su pérdida. El organismo asegura que todos los días mueren aproximadamente 14 lenguas.
Solamente en la última década desaparecieron 100, mientras que 451 del registro actual corren un gran peligro de extinguirse, ya que son habladas por una o pocas personas.
El problema de esta pérdida es que no solo se acaba un idioma. Cada vez que desaparece, se extingue un enorme registro del mundo y su historia. Un ejemplo de ello ocurrió con la muerte de Tommy George, en Australia, quien fue la última persona en hablar awu laya, una de las lenguas aborígenes del país que tenía 42 mil años de existencia.
Tommy falleció en julio de 2016. Ese mismo año, en Perú, fue asesinada la última mujer en hablar resígaro. Este idioma era uno de los 43 que se hablaban en la Amazonía. Su nombre era Rosa Andrade.
Las consecuencias de la globalización
De los 7 mil idiomas registrados por la Unesco, solo el 5 % es hablado por la población mundial. Esto incluye, por supuesto, inglés, español, chino mandarín, árabe, francés, portugués, entre otros.
La globalización ha permitido eliminar las fronteras, lo cual resulta de gran ayuda para la comprensión y el conocimiento del mundo. Sin embargo, el hecho de expandir las culturas dominantes también ha logrado disminuir y eliminar a las más pequeñas. Los idiomas extintos son una muestra de ello.
En Islandia, por ejemplo, el idioma natal ha sido suplantado en gran parte por el inglés. Es muy útil y sirve para conversar con los turistas y hacer mucho más sencillos los negocios y procesos de interés con los extranjeros.
Lo mismo se aplica con lenguas indígenas presentes en otros países, principalmente en aquellos en los que el idioma oficial es uno con gran cantidad de hablantes, como el español.
En un mundo globalizado, en el que hablar dos o tres idiomas facilita las opciones laborales, aprender quechua u otras lenguas aborígenes suele ser poco importante.
Iniciativas para preservar las lenguas
Con la desaparición de tantas lenguas han surgido varias iniciativas para preservar las que aún existen. El proyecto Enduring Voices, de National Geographic es uno de ellos. Endangered Languages, de Google, es otro.
Con el primero se busca documentar a los hablantes de las lenguas en peligro de extinción. Su conocimiento del mundo, las plantas, el lugar en el que habitan, entre otros. El segundo permite subir a internet archivos de audio o video en los que se muestren a parlantes de estos idiomas, brindándoles un espacio para expresarse.
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